Fuego muerto
Anoche
no fue el sol,
sino la lumbre
de unos troncos,
la que creía,
que me darían
su calor,
pero el fuego
se apagó,
y hoy,
solo en la plaza
estuve yo,
hacía frío,
y nadie
por allí pasó,
sólo un guardia
bolígrafo en mano,
que de allí me echó.
Igual que anoche
se apagó ese fuego,
a esa plaza volver
será que no debo,
pues nadie por allí
volverá a pasar,
y aunque lo hiciera,
de nada servirá,
pues, igual
que la última vez,
ni siquiera mirará.